viernes, 20 de septiembre de 2013

EDUCACIÓN TRAGICÓMICA

    La Educación de España reside sobre las manos de un actor tragicómico frustrado, capaz de disfrutar convirtiendo las tragedias ajenas en pequeñas comedias o vodeviles plenos de sarcasmo e ironía con los que disfrutar en la intimidad del despacho que le regalaron las urnas.
    Podría haberse encaminado hacia el séptimo arte llenando cada noche la función de un teatro con su sola presencia sobre las tablas, encarnando al perverso villano que se frota las manos mientras sus carcajadas resuenan en la platea, pero desafortunadamente prefirió su interpretación e intervención en política, faceta donde estas habilidades son también valoradas. Aunque es evidente que se siente reprimido y no le permiten defender su papel en su totalidad, coartando sus dotes interpretativas y no permitiéndole, cuanto desearía, salirse del guión para aportar a su personaje de más personalidad. 
    El, que podría estar granjeándose los aplausos de un público entregado a su arte en los teatros, se tiene que enfrentar a los abucheos de unos incultos e ignorantes, que son incapaces de apreciar su vis cómica. Pobre incomprendido. Si Lope de Vega levantara la cabeza.