Estoy convencida de que anoche, en todas y cada una de las hogueras que iluminaron la noche de San Juan, ardieron entre las fauces del fuego mágico los mismos propósitos: la crisis y sus daños colaterales, llámense paro, recortes, estafas, corrupción, política, iglesia, banqueros o dinero.
Pero algo debió fallar, porque el sortilegio no surtió efecto y hemos amanecido con otro día igual; imperfecto, injusto e irracional.
¿Hemos de suponer que hemos perdido la magia o que ya no nos quedan ganas de inventarla? No. Aún seguimos haciendo magia, aunque no lo parezca. Cada día cuando nos levantamos y nos reinventamos para seguir sobreviviendo pese a todo y todos.
Por tanto no hemos perdido ese toque mágico, tan solo la capacidad de apreciarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario