lunes, 24 de septiembre de 2012

EL DECADENTE ENTRETENIMIENTO

Celebro la llegada del otoño, aunque no por ningún sentimiento bucólico que me lleve a buscar poesías aptas para la esperada caída de las hojas, sino a la espera de cierta normalidad, si es que esa palabra es posible en nuestra actual realidad social.
Una normalidad que intuyo complicada en todos los estamentos sociales y que se refleja en sus anomalías hasta en el entretenimiento. Ya no solo por la subida del IVA que convierte el cine, la música o el teatro en un producto de lujo inalcanzable para economías que se sostienen sobre la cuerda floja, sino también por su repercusión en el entretenimiento más accesible a todos que es la televisión.
Sospecho que los recortes han llegado hasta tal punto que debe haberse producido una fuga de cerebros creativos, dejándonos desamparados y huérfanos de programaciones que cumplan la sencilla razón del entretenimiento digno, porque no vale cualquier calificativo para lo que se emite en televisión. 
Cada verano se repiten los programas de playas nacionales convertidas en espectáculos degradantes de gente pugnando por hacer el imbécil frente a la cámara o destinos turísticos internacionales (hasta en esto hay diferencia) dónde solo unos pocos afortunados disfrutan de los placeres de  paradisíacas playas. Como al parecer no teníamos suficiente con los programas que nos correspondían a este verano, nos han repetido los de años anteriores, constatando que el grado de imbecilidad ha ido creciendo ante la urgente necesidad de salir en la televisión antes de que este mundo nuestro acabe saltando por las nubes.
Si no teníamos suficiente con este infame espectáculo nos han repuesto series como Curro Jiménez, que debe haberse sentido algo anacrónico en el tiempo, sintiendo que sus patillas y su porte sobre el caballo no casaban bien con la familia de turno mostrándonos su comida para la playa, los saltos acrobáticos del chiquillo en la orilla o los bailes de la abuela que, secretamente, siempre quiso ser artista. 
Así que me congratulo de la llegada del otoño que arrancará de cuajo de la parrilla estos programas y similares que empeoran aún más, si cabe, la programación habitual; aunque puede ser que esta vez la televisión se quede como los árboles en esta época del año.     
Quizá no sea tan malo después de todo, más de alguno a lo mejor hasta descubre el placer de leerse un libro. 

2 comentarios:

  1. No te hagas ilusiones. Por muy desierta que se quede la programación, siempre habrá algo que atraiga la atención del populacho... porque, en realidad, tenemos la televisión que nos merecemos, y si la telebasura sigue en programación es porque la gente lo ve...
    Besos.

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  2. Y no olvidemos Elvis que también es una forma de mantenerlos ocupados para que no se dediquen a pensar y acaben en la calle protestando. Cuánto mayor consumo de telebasura menor interés por la realidad.

    Besos.

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