jueves, 24 de enero de 2013

MONÓLOGO INVERNAL

Yo soy la nieve. La prueba evidente del invierno. El frío materializado sobre las calles que andas y desandas. La que provoca que vayas con los hombros encogidos, bien por el viento helado, bien como signo del que ignora o necesita ignorar. Soy la que esconde el sol para evitar derretirme antes de tiempo y entorpeceros vuestras monótonas vidas con mi presencia. Os voy cubriendo mansamente, con la calma de la certeza de que nada podrá impedirlo. Convierto en hielo vuestros pasos y blanqueo el paisaje gris plomizo de vuestros horizontes. Y aún, vosotros, no os dais cuenta de cuál es mi propósito. Os concedo cada invierno la oportunidad de reescribiros sobre mi folio en blanco, detengo vuestros pasos para que andéis con más cuidado y oculto vuestros fallos bajo mi nívea capa. Pero os seguís empeñando en hacerme desaparecer y sobre mí solo quedan unas ennegrecidas y cotidianas huellas, que lentas e inseguras pasaron de largo. 

martes, 22 de enero de 2013

COMÚN SENTIDO

El sentido común nos marca una forma de actuar, pensar o proceder dentro de los límites de la normalidad, es decir, tal y cómo se espera de una generalidad cívica y formada. Cualquier comportamiento fuera de lo habitual puede merecer diferentes calificativos: excepcional, inusual, anómalo, raro, extravagante o peculiar. Y cuando este particular proceder se escapa a nuestro entendimiento acabamos pensando que es una falta de sentido común, ergo, el devenir actual de nuestra clase política es la falta de sentido común.
En contraposición se encuentra nuestro común sentido de hastio, vergüenza, indignación, repulsa, cabreo, cansancio, desgana y el peor de todos, indolencia. Ya que de lo contrario no se entiende por qué si el común sentido del país es el rechazo de la falta de sentido común de los políticos, aún seguimos esperando. 
Será, por tanto, que a nosotros también nos va faltando...

martes, 15 de enero de 2013

UN GOLPE EN LA MESA

Cuando el nivel de ira y rabia contenida se eleva en nuestro organismo, necesitamos imperiosamente desprendernos de él; un grito a tiempo, un improperio a destiempo y últimamente, más que nunca, el golpe en la mesa. Ese con el que relacionábamos la reacción de nuestros padres enfurecidos con nosotros, con el trabajo, con el mundo o consigo mismo. 
Ahora nosotros lo emulamos con demasiada frecuencia. La realidad nos evidencia cada día más lo solos que estamos en medio de esta vorágine económica, política y social. Y consideramos que una respuesta rápida a nuestra desesperación es dar con fuerza un golpe en la mesa.
Lo damos. Un golpe seco, que a menudo hasta nos asusta. Resuena y se tambalea todo lo que hay sobre ella. Probamos a deslizar nuestros brazos a diestro y siniestro, arrasando con lo que haya en la mesa. 
Sorprendentemente descubriremos que todo cae; lo de la derecha por la derecha, lo de la izquierda por la izquierda y lo de centro según le convenga, sí, pero al fin y al cabo caerán por el mismo abismo que es el borde de la mesa. 

jueves, 10 de enero de 2013

LA BUENA NOTICIA

Uno de mis propósitos de año nuevo es la de incluir en este blog una entrada mensual dedicada a una buena noticia. 
Después de una hora navegando por diferentes ediciones digitales de prensa he desistido ante el desánimo que me estaba invadiendo a causa de las innumerables malas noticias, que nos inundan diariamente. 
No desisto, seguiré buscando, aunque visto lo visto resulta ser una tarea poco grata y con escasos resultados. 
¿Es esta nuestra lamentable actualidad o a la que nos quieren forzar?

lunes, 7 de enero de 2013

EL LEGADO DE LOS REYES MAGOS

El día después de Reyes los niños presumen ante sus semejantes infantiles de sus regalos, los adultos descambian las equivocadas tallas (o a las que les gustaría aspirar y así se creen "obligados" a adelgazar) y otros tantos se compran los regalos con el impersonal billete que algún Rey ha dejado dentro de un sobre. 
Melchor, Gaspar y Baltasar se sientan resignados a observar cuánto nos durará esta efímera felicidad y cuándo volveremos a nuestra habitual estado de frustración. 
Para algunos el proceso comienza en el mismo instante en el que abren los paquetes, para otros cuando los papeles de los envoltorios se acumulan en el contenedor de la basura y otros cuando constatan con los demás que hay quién siempre tiene más. Estas no son más que las infalibles consecuencias del consumismo navideño: gasto desmedido y frustración. Feliz fin de la Navidad. 

miércoles, 2 de enero de 2013

SALIDAS DE EMERGENCIA

Las fiestas navideñas se han mimetizado tanto con nuestros estilos de vida que ahora se asemeja sobremanera a un centro comercial.
Todos acuden a ella en masa buscando ese "no sé qué" incapaz de encontrarlo en ningún otro lugar y que previo pago le reportará un fugaz pero intenso momento de felicidad. 
Posee su propio horario especial, impidiendo el acceso a la fraternidad, la paz y la solidaridad fuera del horario comercial. Ofrece ofertas promocionales para captar nuevos clientes y para fidelizar a los habituales. Se adorna con las mejores luces para atraer al público reticente y utiliza eslóganes para captar la atención de aquellos incautos que pretendían pasar de largo de esta hoja del calendario.
Todo el contenido material navideño imprescindible para pasar unas navidades aceptables socialmente se encuentra en los centros comerciales, envueltos por ese "amor" tasado económicamente y pensado por  las mentes creativas, dispuestas a vendernos lo invendible: ya sea un jersey creado en serie, como la historia de un dios que ahora se viste de Massimo Dutti, Bershka o Zara, según bolsillos. 
Solo observo un fallo en esta asimilación de la Navidad con los centros comerciales y es que, a diferencia de ellos, no posee salidas de emergencias. Así que estamos condenados a permanecer dentro de ella hasta el final, sin poder escaparnos por alguna de esas puertas que nos conceden la libertad aunque nos delaten de desertar con sus alarmas acusatorias, bajo la atenta mirada reprobatoria del resto que nos observa huir de la manada.