Hasta no hace mucho la cuestión a tratar era sobre la idoneidad de crear una sociedad anónima o una limitada, tal vez una cooperativa, o quizás autónomo a secas. Esto era antes, cuando la ciudadanía aún disponía de los medios para crear su propia empresa; ya fuera con capital propio, público o en préstamo, aunque fuera con el interés más asfixiante.
Ahora la propia empresa se basa en seguir sobreviviendo cada día, ciñiéndose únicamente a recursos propios, a veces hasta sin interés personal, para que el resultado final sean unas vidas anónimas y limitadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario