miércoles, 3 de octubre de 2012

ALARMA

Hace un mes que suena una alarma en los alrededores de mi casa. Su presencia no tiene ningún sentido justificado, nunca antes la habíamos escuchado y no suena como ninguna otra. No tiene un horario fijo, suena de manera intermitente y apenas unos segundos; aunque su sonido llega a ser irritante por el profundo tono agudo que muestra. 
En un principio estuve decidida a buscar su origen, desistí. Ahora forma parte de mi rutina. De lo que he sacado una deducción; las alarmas suenan avisándonos de que algo sucede, pero aunque en un principio mostramos preocupación, acabamos acostumbrándonos a la sensación de riesgo. Las escuchamos de fondo, pero seguimos con nuestras vidas. 
Puede que cuando el peligro ya sea inevitable tomemos consciencia de que estábamos avisados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario