lunes, 14 de mayo de 2012

EFEMÉRIDES DE LA INDIGNACIÓN

En estos días previos al 15M, hay quienes se están preocupando más en analizar la supervivencia o no de este movimiento, antes que plantearse la necesidad, aún urgente, de su existencia. 
Un año después la preocupación se basa en el número de individuos que aún secundan este lema o de si su presencia en las calles es significativa de cara, supongo, a mayor cobertura para los medios de comunicación. La noticia, para muchos, es si el 15M es aún noticiable, si llenará portadas de periódicos o colocará a España en el punto de mira del resto del mundo, o al menos del mundo al que le importamos, aunque solo sea por motivos meramente económicos.

Cortos de miras deben de ser éstos que viven tan ajenos a la realidad, ignorantes del pensamiento global de insatisfacción e indignación.
El 15M, no se encuadra en un movimiento. El 15M fue el resultado de un; ¡Basta ya! y éste aún persiste, continúa en el día a día de los que votaron un cambio que no ha llegado y de los que no lo votaron, porque sabían que no llegaría.

El 15M vive en cada casa a diario, una revolución en la intimidad de las finas paredes de las hipotecadas casas, que destilan gritos contenidos contra quienes aún no están dispuestos a escuchar. 
El 15M ha salido a la calle durante todo este año, de una manera o de otra; contra los recortes en educación, en sanidad, contra la impuesta reforma laboral, contra los cierres de hospitales públicos, de centros de educación. El 15M ha estado en la puerta de tantas casas destinadas al embargo y sus propietarios al desahucio. El 15M está dentro de cada uno de nosotros reclamando y exigiendo soluciones, revelados frente a aeropuertos sin aviones, entidades bancarias que engañan a sus clientes, políticos que mienten y policías que apalean a los ciudadanos por orden suprema.

El 15M es cada día; así que si por su bienestar (ése que solo ellos disfrutan), pretenden creer que ya no existe, da igual. Si no es el 15M será el 20A, el 2F, el 27J, el 4N, el 29S.
Mal futuro nos aguarda si aún no se han dado cuenta de nada y siguen ajenos a todo. 
Pero peor futuro será si aún no estamos dispuestos a hacérselo entender. 

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