lunes, 16 de julio de 2012

DIMISIÓN

No voy a pedir la dimisión de Rajoy por sus sangrantes recortes a la clase obrera, ni tampoco la de sus ministros que avivan los fuegos de todos y cada uno de los frentes abiertos acatando la política de partido sin perspectiva propia, tampoco pediré la dimisión de la hija de Fabra por su incontinencia verbal, falta de clase política, ignorancia y desconocimiento de la oratoria.
No hablaré de la dimisión de Rubalcaba por su blando papel de oposición y que juega a saber las respuestas (como en su día también decía saberlas Rajoy) y no darlas.
Ni que decir tiene que tampoco voy a pedir la dimisión de los dirigentes de los sindicatos por abandonarnos reiteradamente, ni la de los mandamases de la patronal por claudicar ante el gobierno, ni mucho menos la de los banqueros por robar y robar y robar.
No voy a pedir la dimisión de ninguno de ellos, ni la del resto de políticos y secuaces a la orden del dinero; sino que voy a pedir la dimisión de la sociedad. Sí, de nuestra sociedad, esta que permite y admite, que se resigna y acalla, la que disimula mientras los pilares de la clase social se pierden; porque son pocos, muy pocos, los que siguen saliendo a la calle a exigir y demandar lo que se espera de una sociedad democrática.
Dimitamos y sentémonos frente al televisor, una anestesia gratuita con la que adormecer y acallar a la plebe.
No nos engañemos, todo esto nos sigue sucediendo porque nosotros lo estamos permitiendo.

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