sábado, 7 de julio de 2012

OSCURIDAD LITERARIA

Todos los grandes tienen trágicos finales, con juegos macabros del destino que, irónicamente, los avocan al fin definitivo. Gabriel García Márquez, "Gabo", cumple con el requisito imprescindible de ser un grande en la literatura universal y, por ende, su injusta sentenica está garantizada.
La genética familiar le ha dejado en herencia no solo, el color de los ojos o el pelo, la forma de mover las manos o las ganas de contar historias; sino que también una cruel enfermedad, que cobra en sí misma más crueldad, si tenemos en cuenta su oficio. Una demencia senil que, progresivamente, irá oscurenciendo su mente dejándonos huérfanos de sus letras.
Su voz interior, esa que ha creado personajes inolvidables, historias infinitas y principios magistrales, se irá acallando, incapaz de hilvanar los mágicos mundos literarios que, pese a la enfermedad, seguirán habitando dentro de él.
Su mente siempre viva se oscurecerá, volviéndose cada vez más negra; como negra fue la ceguera, también hereditaria, de Borges. Aquel al que los médicos prohibieron leer y escribir, a la vez que era el director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.
Cuentan de él que se paseaba por los pasillos de la biblioteca con la tristeza como única compañera, mientras rozaba, palpaba, tocaba y olía los miles de volúmenes por los que se veía rodeado y a los que, sin embargo, no tenía acceso.
Ahora será "Gabo", quien se pasee por esos universos literarios, que seguirán dormitando en su mente esperando al maestro, aquel que los materializaba sobre el papel y les permitió ser eternos.

"Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche"

(Poema de los dones. Jorge Luis Borges)

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